LA ORACIÓN: EL TRABAJO DE LA MISIÓN *

John Piper

Muy pocas personas creen que estamos en una guerra mayor que la Segunda Guerra Mundial, y mayor que cualquier Tercera Guerra Mundial nuclear imaginable. O que Satanás es un enemigo mucho peor que el comunismo o que el Islam militante. O que el conflicto no está restringido a cualquier teatro mundial, sino que está en todo pueblo y ciudad del mundo. O que las víctimas no simplemente pierden un brazo, un ojo o una vida terrenal, sino que lo pierden todo, aun su propia alma y entran en el infierno de tormento sin fin. (Ap. 14:9-11) Hasta que las personas crean esto, no van a orar como deben. Ni siquiera sabrán lo que es la oración. En Efesios 6:17,18 Pablo hace la conexión para nosotros:

Tomad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, orando en todo tiempo en el Espíritu, con toda oración y ruego. Para tal fin manténganse alerta con toda perseverancia.

La oración es la comunicación por medio de la cual se despliegan las armas de guerra de acuerdo a la voluntad de Dios. La oración es para la guerra.

Permítanme mostrarles esto más específicamente a partir de Juan 15:16-17: "No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre"(NVI)

La lógica es crucial. ¿Por qué va el Padre dar a los discípulos lo que pidan en el nombre de Jesús? Respuesta: Porque han sido enviados para llevar fruto. La razón por la que el Padre da a los discípulos el don de la oración es porque Jesús les ha dado una misión. En realidad, la gramática de Juan 15:16 implica que la razón por la que Jesús les da su misión es para que puedan disfrutar el poder de la oración. "Les envío para que den fruto, para que cualquier cosa que pidan al Padre... él se las dé."

Así que no me canso de decir a nuestra iglesia: "La razón número uno por la que la oración funciona mal en las manos de un creyente es que este trata de convertir un walkie-talkie de guerra en un intercomunicador casero."

Usted no podrá saber para qué es la oración hasta que crea que la vida es una guerra. La oración es para cumplir la misión en tiempos de guerra. Es como si el comandante de campo (Jesús) llamara a las tropas, les diera una misión crucial ("Vayan y den fruto"), entregara a cada uno un transmisor personal codificado a la frecuencia de la oficina principal del general y les dijera: "Compañeros, el general tiene una misión para ustedes y su objetivo es ver que se cumpla. Y con ese fin me ha autorizado a darles a cada uno acceso personal a él a través de estos trasmisores. Si permanecen fieles a su misión y buscan su victoria primero, él estará siempre tan cerca como su trasmisor, para darles consejos tácticos y para enviarles cobertura aérea cuando ustedes o sus compañeros lo necesiten."

¿Pero qué han hecho millones de cristianos? Han dejado de creer que estamos en guerra. No hay urgencia, no hay observación, no hay vigilancia, no hay planeamiento estratégico. Solo un sencillo tiempo de paz y prosperidad. ¿Y qué hicieron con el walkie-talkie? Trataron de instalarlo como un intercomunicador en sus cómodas casas, cabinas, botes y autos –no para llamar al poder de fuego por un conflicto con un enemigo mortal, sino para pedir a la empleada que traiga otra almohada a la guarida.

LA SOBERANÍA DE DIOS EN LA ORACIÓN

Hasta que aceptamos la soberanía de Dios, no podemos orar de manera consistente para que Dios realmente salve a los pecadores perdidos.

No podemos hacer lo que Pablo hace tan apasionadamente en Romanos 10:1, "Hermanos, el deseo de mi corazón, y mi oración a Dios por los israelitas, es que lleguen a ser salvos." (NVI).

El deseo del corazón de Pablo es la salvación de sus compatriotas judíos. Cuando nuestros corazones se duelen por algo, oramos por eso. Así él dice que su oración a Dios es que sean salvos. Él quiere que algo se cumpla en su misión –la salvación de los judíos– cuando predica en las sinagogas. Así que él ora a Dios para que esto suceda. Él le pide a Dios que los salve. "¡Oh, Dios, que sean salvos! ¡Hazlo, Dios! ¡Haz lo que tienes que hacer!"

A lo que quiero llegar es esto: este tipo de oración es inconsistente si usted no cree en la soberanía de Dios. Y lo que quiero decir por soberanía de Dios aquí es que él tiene el derecho y poder para salvar a pecadores no creyentes, no arrepentidos y endurecidos. Ahora hay muchas personas que no creen que Dios tenga este derecho. No creen que Dios tenga el derecho de interferir en la rebelión de una persona, y vencerla, y traer a esa persona eficazmente a la fe y a la salvación. No creen que Dios se atreva a ejercer él mismo de manera tan poderosa en gracia como para conquistar toda la resistencia de un pecador endurecido. En lugar de eso, creen que el hombre mismo tiene el único derecho a la determinación final en las decisiones y afectos de su corazón hacia Dios. Toda persona, dicen, tiene la auto-determinación final de vencer la dureza de sus corazones y venir a Cristo. Y por lo tanto, está finalmente en las manos del hombre, y no de Dios, quién será salvo y cuántos habitarán en el Reino.

Los efectos en la oración por tales personas son devastadores si tratan de orar de una manera consistente con su rechazo a la soberanía de Dios.

En realidad no pueden pedir a Dios que salve a nadie.

No pueden orar: "Dios, quita su corazón de piedra y dales un nuevo corazón de carne." (Ez.11:19)

No pueden orar: "Señor, circuncida sus corazones para que te amen." (Deut. 30:6).

No pueden orar: "Padre, pon tu Espíritu en ellos y haz que caminen en tus estatutos." (Ez. 36:27).

No pueden orar: "Señor concédeles que se arrepientan y que conozcan la verdad." (2Tim. 2:25-26).

No pueden orar: "Abre sus ojos para que crean en el evangelio." (Hch.16:14).

La razón por la que no pueden es que todas estas oraciones le dan a Dios un derecho que ellos han reservado para el hombre – a saber, la determinación definitiva y decisiva de su destino. Si le piden a Dios que haga cualquiera de estas cosas, Él sería el que en realidad salvara.

¿Cómo ora usted entonces, si realmente cree que es el hombre y no Dios quien tiene que tomar la decisión definitiva acerca de la salvación en el universo?

Tomo un ejemplo de un conocido libro sobre la oración que sí rechaza la soberanía de Dios en la salvación de los pecadores. Este escritor dice que la forma de orar es "Pedir a Dios que haga que una persona específica empiece a cuestionar en quién puede en realidad confiar en la vida". Pero entonces mi pregunta es: ¿Por qué es correcto que Dios haga que una persona piense en una pregunta y por qué está mal que Dios haga que esa persona piense en una respuesta? ¿Por qué es legítimo que Dios tome el control de una persona al punto de hacer que pregunte algo que de otro modo no hubiera preguntado, pero no es legítimo que Dios ejerza esa misma influencia para hacer que la persona dé una respuesta que de otro modo no hubiera dado – a saber que debe confiar en Jesús?

Acá hay otro ejemplo de cómo este escritor piensa que debemos orar por los no creyentes: "Pida que Dios siembre en los corazones de estas personas... una intranquilidad interior junto con un anhelo de conocer la 'Verdad'." Mi pregunta es, si es legítimo que Dios "siembre un anhelo" en el corazón de una persona, ¿qué tan fuerte puede ser el anhelo que Dios decida sembrar?

Hay dos tipos de anhelo que Dios podría sembrar en el corazón de un incrédulo. Uno es tan fuerte que guía a la persona a seguir y abrazar la fe en Cristo. El otro no es lo bastante fuerte como para llevar a una persona a aferrarse a Cristo. ¿Por cuál oraría usted? Si ora por el anhelo fuerte, entonces está usted orando para que el Señor obre eficazmente y haga que la persona se salve. Si ora por el débil anhelo, está usted orando por un anhelo ineficaz que deja a la persona en pecado (pero que preserve su auto-determinación).

¿Ve a dónde lleva esto? Las personas que realmente creen que el hombre debe tener el poder definitivo de la auto-determinación, no pueden en forma consistente orar para que Dios convierta a los pecadores incrédulos. ¿Por qué? Porque si oran por una influencia divina en la vida de un pecador, estarán orando ya sea por una influencia exitosa (que quite la auto-determinación definitiva del pecador), o por una influencia no exitosa (que no es una petición para conversión). Entonces, o deja de orar por conversión o deje una definitiva auto-determinación humana.

Pablo no deja duda sobre cuál es su postura en este asunto, en Romanos 9:16: "No depende de la voluntad o el ejercicio del hombre sino de la misericordia de Dios." ¡Así que él pide a Dios que convierta a Israel! ¡Pide por su salvación! No ora por influencias ineficaces, sino por influencias eficaces. Y es así como debemos orar también.

Debemos tomar las promesas del nuevo pacto de Dios y suplicarle que se cumplan en nuestros hijos, en nuestros vecinos y en todos los campos misioneros del mundo.

EL LUGAR DE LA ORACIÓN EN EL PROPÓSITO DE DIOS PARA EL MUNDO

El rol de la oración es tan increíblemente significativo en el diseño de Dios, que estamos propensos a exagerar su rol, especialmente en relación con la palabra de Dios y con la prédica del evangelio. Entonces permítanme decir, fuerte y claro, que creo que la proclamación del evangelio en palabra y hecho es el trabajo de la misión. Y que la oración es el poder que esgrime la espada de la Palabra, y la Palabra es el arma por la cual las naciones vendrán a la fe y a la obediencia.

Todos los que invocan el nombre del Señor serán salvos. ¿Pero cómo invocarán a quien no han creído? ¿Y cómo creerán en quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?... La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Cristo (Rom. 10:13-17).

Dios no solo ha hecho que el cumplimiento de sus propósitos globales de salvación se atenga a la predicación de la Palabra, sino que también ha hecho que el éxito de la predicación de la Palabra se atenga a la oración. La meta de Dios de ser glorificado en un mundo lleno de fervientes adoradores de todo pueblo, lengua, tribu y nación no tendrá éxito sin la proclamación poderosa del evangelio, hecha por personas como usted y como yo. Y ese evangelio no será proclamado en poder a todas las naciones sin las oraciones perseverantes, intensas, globales y llenas de fe del pueblo de Dios. Este es el asombroso lugar de oración en los propósitos de Dios para el mundo. Estos no se dan sin la oración.

¿Cómo lo sabemos?

Lo sabemos por la forma en que el apóstol Pablo y el Señor Jesús hacían de la oración el siervo y el poder del ministerio de la palabra.

Efesios 6:19: "Oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio".

Colosenses 4:3: "...orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo...".

2Tesalonisenses 3:1: "Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada...".

La oración es el walkie-talkie en el campo de batalla del mundo. Pide la ubicación exacta del blanco de la Palabra. Pide la protección de la cobertura aérea. Pide un fuego poderoso que haga explosión en un camino para los tanques de la Palabra de Dios. Pide un milagro de sanidad para los soldados heridos. Pide suministros para las tropas. Y pide los refuerzos que necesita.

Este es el significado de la sorprendente Palabra del Señor en Mateo 9:38: "Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe obreros a su mies". Los refuerzos entran a la actividad misionera cuando las iglesias saben que enfrentan una guerra y cuando se inclinan en sus trincheras con las balas volando por encima de sus cabezas, sacan sus walkie-takies y gritan pidiendo más tropas. Este es el lugar de la oración –en el campo de batalla del mundo. Es un walkie-talkie de guerra, no un intercomunicador casero que aumenta la comodidad de los santos.


John Piper
Es el fundador y maestro de desiringGod.org, y canciller del Bethlehem College & Seminary en Mineápolis. Sirvió como pastor por 33 años en la Iglesia Bautista Belén, y es autor de más de 50 libros. Sus sermones, artículos, blogs y libros están disponibles gratis en desiringGod.org.
Este artículo se editó y usó con permiso de Desiring God Ministries. Para recibir el artículo completo vaya a www.desiringgod.org/conference-messages/prayer-thework- of-missions.
[*]Traducido del artículo Prayer: the Work of Missions por John Piper
publicado en la revista Mission Frontiers 2014 Jul/aug issue (www.missionfrontiers.org)
Traducción: Cecilia Vargas Suárez
Revisión:Giuliana López Torres