EL DIOS QUE ENVIA

Implicaciones para el envío en la misión de Dios

“Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Juan 20:21; 17:18)

Por: David Cárdenas 1
Presentado en la Consulta de Envío y Conexiones de la Región Cono sur de COMIBAM
16 al 18 de agosto de 2016


Introducción

Esta Consulta de Envío para el cono sur de América, nos propone un escenario para redescubrir la missio Dei, o sea, la misión de Dios, como fundamento y punto de partida para nuestra acción misionera en toda su diversidad, y particularmente en el envío, tema principal de esta convocatoria. Luego, buscaremos identificar las responsabilidades y proponer nuestros compromisos en un envío misionero saludable cuyo modelo sea el de Dios, y que procure la transformación integral de las personas y comunidades en el mundo.

Mi tesis es la siguiente: El envío misionero no debe construirse mirando en primer lugar las practicas organizacionales por buenas que sean, sino que debe elaborarse desde el modelo de envío de Dios. La misión es de Dios, no de la iglesia, y en el alcance de Su misión, Él es un Dios que envía y toda la Trinidad está involucrada en ello. El Padre envió al Hijo, y el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo. La iglesia ha sido invitada por Dios y enviada por El al mundo. La Trinidad es el modelo a seguir por la iglesia en el envío a la misión (amor, compañerismo, colaboración). La misión de Dios busca alcanzar personas y pueblos inalcanzados, estableciéndose iglesias, y creyentes que glorifiquen a Dios como agentes de transformación integral en las esferas de influencia en la sociedad, y respondan a los desafíos en sus comunidades como la pobreza extrema, los refugiados, los perseguidos, la ignorancia, la discriminación racial, y el trato de los indefensos, como las viudas y los niños.

1. La misión pertenece a Dios

El término latín missio Dei que traduce misión de Dios, ayuda a configurar la convicción de que ni la iglesia, ni cualquier otro agente humano o institucional puede considerarse el autor de la misión. Como dice David Bosch “La misión tiene su origen en el corazón paternal de Dios” 2   “Dios es una fuente de un amor que envía; existe la misión sencillamente porque Dios ama a las personas.” 3

El término missio Dei tiene una larga historia y se puede remontar a la época de Tomas de Aquino.4 El utilizó el término para describir la actividad del Dios trino: el Padre que envía al Hijo y el Hijo que envía al Espíritu. 5

En un ambiente moderno, Karl Barth se convirtió en uno de los primeros teólogos en articular la misión en términos de una actividad de Dios mismo. En 1932, propuso la idea de que la misión era la obra de Dios y que la auténtica misión de la iglesia debe darse en respuesta a la misión de Dios, es decir, como un instrumento. 6

Sin embargo, fue en la reunión de Willingen (Alemania) en 1952, donde el Consejo Misionero Internacional detalló el concepto de missio Dei. Se discutió la teología de la misión de Barth, Hartenstein y otros pensadores. En el reporte de esta conferencia, Hartenstein describió la misión como "la participación del Hijo en el envío, con el fin de establecer el Señorío de Cristo sobre toda la creación redimida. 7 Al respecto de dicha reunión dice Rene Padilla que “la misión nace en el corazón de Dios, actúa en la historia por el poder del Espíritu Santo, y está orientada a la exaltación de Jesucristo como Señor del universo y de cada área de la vida humana, para la gloria de Dios. En síntesis, la misión cristiana comienza y termina en Dios” 8

Según Goheen, hubo dos énfasis particulares que surgieron en la reunión de Willingen. En primer lugar, la misión es, ante todo, la misión de Dios. La iglesia no tiene una misión que sea propia o una de la cual sea su autora. Más bien, el énfasis principal estuvo puesto en lo que Dios está haciendo por la redención del mundo. A partir de esto, se tiene en cuenta, la forma en como la iglesia participa en la misión redentora de Dios. En segundo lugar, la misión de Dios se define en términos de la Trinidad y la obra de Dios. Aquí, la misión se entendió como aquella que se deriva de la misma naturaleza de Dios, colocándola en el contexto de la doctrina de la Trinidad y no de la eclesiología o la soteriología. 9

Posteriormente, el teólogo Hoekendijk consideró a la iglesia como un apéndice en la obra de Dios. Para el, Dios directamente está en acción en el mundo, lo cual tiene un efecto en la iglesia, pues se opone a la vista clásica que vio a Dios en acción primero en la iglesia y luego a través de la iglesia hacia el mundo entero. 10 Esta perspectiva creo una creciente polarización a lo largo de la década de 1960. Por un lado, los evangélicos creyeron más en un papel dinámico de la iglesia en la misión, mientras que los de una perspectiva ecuménica tendieron a seguir la postura de Hoekendijk. Esta diferencia de puntos de vista condujo a una división “convirtiéndose en uno de los mayores procesos de polarización en la iglesia occidental después de la Segunda Guerra Mundial.” 11 Una consecuencia de esta división fue la creación del movimiento evangélico de Lausana como contraparte al Concilio Mundial de Iglesias. 12

En los círculos evangélicos la tendencia ha sido a ver la misión exclusivamente en términos de la salvación del alma, y por lo tanto poner mayor énfasis, en la acción de la iglesia en la preocupación por lo espiritual, olvidando la función de esta como respuesta desde el Evangelio a las circunstancias que son parte de la vida humana.

A pesar de la amplitud de interpretaciones que se han aplicado al termino missio Dei, Bosch defiende el concepto “No se puede negar que la noción de la missio Dei ha ayudado a articular la convicción de que ni la iglesia, ni ningún otro agente humano puede ser considerado el autor o el portador de la misión. La misión es, ante todo y en última instancia, la obra del Dios Trino, Creador, Redentor y Santificador, por el bien del mundo.” 13

2. La Trinidad en misión

Siguiendo con esta reflexión, abordaré de manera más específica la idea de la Trinidad en la misión.

He notado una tendencia que relega el valor de la Trinidad –no queriendo decir con ello que no sea base de la fe– a enfocarlo en el trabajo específico de los miembros de la Trinidad y las distinciones entre ellos. Sin embargo, en los últimos años se ha visto un resurgimiento en el estudio que acoge el concepto de la “Trinidad comunitaria o social”, 14 enfoque que resulta de mucho interés para el tema de mañana: Misión en comunidad.

La “Trinidad como comunidad” enfatiza el amor que fluye entre las tres personas de ella, las cuales están en comunión perfecta, y da una visión fundamentalmente relacional a la Trinidad. 15 El concepto de la Trinidad tiene una larga historia que se remonta al siglo cuarto, cuando los padres capadocios desarrollaron su noción de perichoresis 16 (del griego: περιχώρησις perikhōrēsis) o de la mutua interdependencia de las personas trinitarias. 17

Un enfoque en la naturaleza social de la Trinidad muestra que las relaciones de amor son anteriores a la creación de la humanidad. El Dios Trino no necesitaba crear seres humanos con el fin de tener con quien relacionarse, pero eligieron crearnos. Es como decir: “esta relación de amor que tenemos es tan maravillosa, que vale la pena compartirla”.

Dios tiene una misión, en lugar de una tarea individual por realizar. Su propósito a través de la historia es restablecer las relaciones que estaban en la creación original. Su propósito es redimir, renovar y recrear el mundo. El Dios trinitario desea ver un pueblo que vive en comunión con los demás y consigo mismo. El significado de la misión se encuentra en la trinidad. El Padre envía al Hijo, el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo envían a la iglesia al mundo. 18

El principio de operación de la Trinidad se basa en el amor, siendo el amor no una consecuencia, sino la esencia misma de Dios, “…porque Dios es amor” (1 Juan 4:8 RV60); el amor es un atributo que identifica la comunidad trinitaria. Al ser la iglesia la comunidad de personas reconciliadas en Cristo con el Padre, es totalmente inconcebible e inaudito que enviemos a la misión de Dios sin una identificación plena con y en el amor de Dios, que se muestre en las relaciones interpersonales y en que somos embajadores de la reconciliación: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18 RV60). Dios nos ha dado el ministerio de la reconciliación y este ministerio garantiza la paz entre Dios y los seres humanos (Romanos 5:1, 10; Colosenses 1:20). Hacer la paz es la vocación fundamental del ser humano.

3. La iglesia, un pueblo que camina con Dios en Su misión

La misión es la base para la existencia de la iglesia y no al contrario. “El pensamiento misionero centrado en la iglesia obliga a ir por mal camino, ya que gira en torno a un centro ilegítimo.” 19

La naturaleza trinitaria de la misión implica aspectos importantes para la iglesia. La comunicación y la comunidad se encuentran en el corazón de la Trinidad y por lo tanto debe estar en el corazón de la iglesia. 20

La iglesia fue iniciada por Dios y la ha invitado a participar en la misión. Afirma Wright que:

“La misión es, ante todo, la misión de Dios mismo. Dios se envió a sí mismo antes de que él enviara a su iglesia. Hay una fuerza centrífuga que surge en Dios, siendo el Hijo y el Espíritu como un espiral que procede del Padre para traer sanidad al mundo. Misión es ante todo, Dios enviando a su Hijo en el poder del Espíritu para reconciliar al mundo consigo mismo y la misión de la iglesia es nada menos, que el don de participar por el Espíritu en la misión del Hijo, al mundo en el nombre del Padre” 21

Por su lado, Bosch afirma que la missio Dei es la “auto revelación de Dios como Aquel que ama el mundo, la participación de Dios en y con el mundo, la naturaleza y la actividad de Dios que abarca tanto la iglesia y el mundo, y aquella donde la iglesia es privilegiada al participar.” 22 La misión nace en el corazón del Trino Dios y la iglesia “es vista como misionera en su propia naturaleza y su misión es la participación en la misión de Dios.” 23 Aunque la misión involucra personas en planes y acciones, no se trata principalmente de estas. Más bien, como dice Wright, “la misión desde el punto de vista de nuestro esfuerzo humano, significa la participación comprometida del pueblo de Dios en los propósitos de Dios para la redención de toda la creación. La misión es de Dios. Lo más asombroso es que Dios nos invita a participar.” 24

Carlos Van Engen ofrece un acercamiento para ver la misión de Dios cuando el pueblo de Dios cruza intencionalmente barreras de iglesia a no iglesia, de fe a no fe, para proclamar por palabra y acción el advenimiento del reino de Dios en Jesucristo, a través de la participación de la iglesia en la misión de Dios de reconciliar a las personas con Dios, consigo mismas, unas con otras, y con el mundo, y reunirlas en la iglesia a través del arrepentimiento y la fe en Jesucristo por la obra del Espíritu Santo con miras a la transformación del mundo como una señal de la venida del reino en Jesucristo. 25

La missio Dei está influenciada por tres factores: la urgencia, la modestia y la emoción. Steven Bevans y Roger Schroeder afirman:

Es mucho más modesta porque nos damos cuenta de que “la misión no es nuestra, sino de Dios”; es mucho más emocionante, ya que se trata de la gentil invitación de Dios a la humanidad para compartir en comunión dinámica con él; es más urgente porque en un mundo globalizado por la pobreza, la violencia religiosa, la nueva apreciación de la cultura y las tradiciones locales, la visión y la praxis de Jesús de Nazaret puede traer nueva sanidad y nueva luz. 26

A propósito de la modestia, es un reconocimiento a que Dios nos invita a participar en su misión a través del ejemplo de “el servicio humilde, la solidaridad, el amor y la compasión” de Cristo. 27 El ejemplo de Cristo es su propio vaciamiento y muerte. Esto proporciona una humilde comprensión de la misión que no se limita a dar forma a nuestros métodos misioneros, pero es la naturaleza y la esencia de nuestra fe en Cristo. Así, cualquier sospecha de triunfalismo o el éxito en la misión humana es contrarrestada por el ejemplo de humildad de Cristo.

Igualmente, no es apropiado que se definan los objetivos últimos de la misión. Esto no quiere decir que no se puedan establecer metas para proyectos, o para aquellas actividades sobre lo que se tiene cierto control. La fijación de objetivos apropiados y medición de resultados es una herramienta necesaria para el aprendizaje; sin embargo, nunca se debe perder de vista el hecho de que, ante todo, la responsabilidad es ser obedientes al llamado de Dios en nuestras vidas. Como Pablo y Apolos, se puede plantar y regar, pero es Dios el que produce el fruto (1 Corintios 3:6).

“La misión es un movimiento de Dios al mundo. La iglesia es un instrumento para la misión.” 28 Con estos puntos de vista, todo el propósito de la Iglesia es apoyar la missio Dei y la Iglesia cuenta con estructuras de envío misionero con el fin de servir a la comunidad en la misión.

4. ¿Qué busca la misión de Dios?

Durante los últimos doscientos años, los misioneros evangélicos han sido motivados en gran parte por el mandamiento de la Gran Comisión (Mateo 28: 16-20) y han desempeñado un papel clave en la difusión del mensaje cristiano en todo el mundo. El llamado de “ir y hacer discípulos” ha sido importante para la propagación geográfica donde el cristianismo era tan limitado. Sin embargo, la Gran Comisión con su énfasis en la actividad, o en el “hacer”, marca uno de los puntos débiles que hace hincapié en la actividad más allá de la espiritualidad. Hay una necesidad de redescubrir una visión teocéntrica de la misión que hace hincapié en el carácter y la espiritualidad más allá de la actividad.

Chris Wright define la misión como: “nuestra participación comprometida como el pueblo de Dios, a invitación y por mandato de Dios, en la misión de Dios en la historia del mundo de Dios para la redención de la creación de Dios” 29

El objetivo y la finalidad de la misión de Dios es el reino de Dios. 30 El reino al que la Biblia da testimonio implica una proclamación y una salvación total y plena, que cubre toda la gama de necesidades humanas y destruye el mal y el dolor que afecta a la humanidad.

Por lo tanto, el objetivo de establecer el señorío de Cristo sobre toda la creación redimida es parte fundamental e integral de la misión de Dios. Las implicaciones para la iglesia en cuanto a su rol en la misión de Dios son tres. En primer lugar, en el marco del reino, la Biblia afirma que la conversión de incrédulos es una de las metas inclusivas de la misión. En el comienzo de su ministerio, “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15 RVR1960). Predicar el evangelio es fundamental. Jesús les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15 RVR1960).

En segundo lugar, en el marco del reino de Dios la preservación del pueblo de Dios como una comunidad comprometida, se confirma en la Palabra de Dios. Cuando Jesús nos invita a ser sus discípulos, nos llama a unirnos a una comunidad y no permanecer aislados y solos. Su interés no era sólo en la conversión de las personas, sino en la formación de un nuevo pueblo.

En tercer lugar, en el marco del reino de Dios, la misión de Dios es el resultado de la iniciativa de Dios, enraizada en los propósitos de Dios para restaurar y sanar la creación. Respondemos a los desafíos de los males de la humanidad como la pobreza extrema, la ignorancia, la discriminación racial, el trato de los indefensos, como los niños. 31 Viendo nuestra tarea misionera dentro de la perspectiva más amplia del reino nos conducirá a otra visión: la participación en la lucha contra todo vestigio del mal que azota a la humanidad que viene a ser una parte intrínseca de nuestro llamado.

Por su lado, el último encuentro de Lausana en Ciudad del Cabo, recalcó de nuevo en una mirada intencional hacia la misión:

“la fuente de toda nuestra misión es lo que Dios ha hecho en Cristo por la redención de todo el mundo, como ha sido revelado en la Biblia. La meta evangelística es hacer conocidas las buenas nuevas en todas las naciones. El contexto de toda la misión es el mundo en que vivimos, el mundo de pecado, sufriendo injusticia y desorden en la creación, al cual Dios nos enviar para amar y servir” 32

El Tercer y Cuarto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE III, 1992 y CLADE IV, 2000) define la misión como:

Participar en la misión de Dios, dando testimonio integral del evangelio, viviendo una espiritualidad cristiana abarcadora y ejerciendo una mayordomía de la creación que ponga lo material al servicio de lo espiritual, y el poder en beneficio de los demás y para la gloria de Dios, promoviendo la reconciliación entre culturas, clases sociales, sexos y generaciones, y con el medio ambiente. 33

La misión vista desde el tiempo actual, amerita una visión de lo que se denomina: “de todo lugar a todo lugar”. Ron Boehme en su libro La Cuarta Ola, afirma: “la ola de la misión moderna involucrará creyentes de toda edad y nacionalidad dispuestos a evangelizar todas las personas, usando tecnologías innovadoras y cultivando relaciones en todas las esferas de la vida, ya que todo creyente es misionero.” 34 Esta declaración propone los siguientes elementos clave:

5. Implicaciones para el envío a la misión desde el modelo de la Trinidad

“Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Juan 20:21; 17:18).

Un envío que involucra amor, diálogo, cooperación, paz, respeto, generosidad, entrega y sacrificio es evidente por cuanto las tres personas de la Trinidad trabajan en conjunto para efectuar la reconciliación con la humanidad. El Dios trino –Padre, Hijo y Espíritu Santo–comparten juntos una misión en común no sólo en la creación, sino ahora en la redención de la humanidad perdida. El involucramiento trino de Dios no es tan sólo una simple teología aparte, sino el eje central del evangelio. 36 La Missio Dei es, en realidad, la missio Trinitatis.

No es de sorprender entonces que el evangelista Mateo, al escribir las palabras de lo que popularmente se conoce como la Gran Comisión (28:18-20), incluya dentro de ésta la fórmula trinitaria más directa en todo el Nuevo Testamento. Ser bautizado en el Nombre trino es testificar de la obra salvadora del Dios trino.

El envío de la iglesia al mundo se basa en el envío del Hijo por el Padre, así como en el poder del Espíritu Santo (Juan 20:21-22). La participación nos libra de la presunción, y nos obliga a escuchar con atención a Dios para que podamos discernir con mayor claridad Su obra actual en el mundo. En este sentido, la misión de la Iglesia se basa en la misión misma de Dios al reconciliar al mundo consigo mismo, y al no duplicar la obra de Dios.

Subrayaré cuatro puntos que considero fundamentales para la comprensión de nuestro envío a la misión:

En primer lugar, el envío se interpreta desde la vida y obra de Cristo, cabeza de la iglesia. “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Juan 20:21; 17:18). La misión del Hijo sirve de modelo para la misión del cuerpo de Cristo. Cristo proclamó y actuó de forma coherente con su proclamación. Según Lucas 10 él envió a sus discípulos en equipo, como corderos en medio de lobos, dependiendo en Dios para todo, dispuestos a todo. ¿Cómo estamos enviando hoy a nuestros misioneros?

En segundo lugar, el envío se interpreta en la perspectiva de la encarnación de Cristo, la actitud que tuvo fue la de servir (Filipenses 2:5-8). Jesús dijo: “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” (Lucas 22:27 RVR60). Su vida fue de servicio abnegado y desprendido, para el bien de los hombres; servicio que asumió en formas muy diferentes, según las necesidades con las que se enfrentaba. Él se dedicó tanto al trabajo de edificar sus discípulos, como demostrar con acciones la compasión con las necesidades de los hombres y mujeres de su tiempo.

En tercer lugar, el envío desde la perspectiva del pasaje conocido como la Gran Comisión: “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15 RVR60), también Mateo 28:18-20. La responsabilidad integral de la iglesia no puede cegar a las necesidades espirituales de los miles de millones de seres humanos que no han oído el evangelio, pero la historia evidencia la precariedad de iniciativas misioneras que no se hicieron desde el modelo de Jesús, ni en actitud de servicio. En su fidelidad a los desafíos de la Gran Comisión, el envío debe asumir el modelo de la encarnación y del servicio.

En cuarto lugar, un envío que involucre el amor, conocido como el “Gran Mandamiento” (Mateo 22:37-39). La iglesia no puede ser fiel a la Gran Comisión, si ignora el compromiso con el Gran Mandamiento. El ser humano vive en comunidad, donde el amor es su principal característica, como lo es también en la Trinidad.

La implicación misionológica es clara: la iglesia no es “un movimiento imperialista que busca tomar el control de la historia sino que es la comunidad que se vierte a sí misma en el ministerio, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús”. (Newbigin 1989: 120). Esto es en realidad lo que la iglesia está llamada a ser: una comunidad auténtica que viva por la verdad del evangelio, moldeándose a sí misma en la vida interpersonal de la Deidad.

La teología trinitaria ofrece el correctivo para una misionología aberrante, competitiva, individualista y egoísta por medio del llamado a la creación de una comunidad caracterizada por el amor, en la que sus miembros vivan “en relaciones de igualdad, diversidad, reciprocidad, carácter único e interdependencia”, siguiendo el paradigma del Dios trino. ¡Qué poderoso testimonio le será al mundo si la iglesia fuera capaz de estar a la altura de su llamado eclesial como una verdadera comunidad pericorética! “para que todos sean uno…para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21 RVR60).

Dicho de otra manera, debemos considerar a los misioneros como creados a la imagen de Dios, nunca como simples objetos evangelisticos.

PREGUNTA PARA REFLEXION

¿Cuáles serían 3 implicaciones en la práctica de envío misionero que debiéramos asumir con base en la comprensión del envío según el modelo de la Trinidad?


  1. David Cardenas, D Min; sirve como Facilitador de Alianzas estratégicas de la Alianza Global Wycliffe Área de las Américas, Presidente de la Junta de Directores de COMIBAM Intl para el periodo 2015-2018, y pastor de Asuntos interculturales de la Iglesia Cruzada Cristiana Vida en Acción en Bogotá Colombia.
  2. David J. Bosch, Witness to the World: The Christian Mission in Theological Perspective (London: Marshall, Morgan and Scott, 1980), 240.
  3. David J. Bosch. Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission. (New York: Orbis Books,1991), 479.
  4. Tormod Englesviken, “Missio Dei: The understanding and misunderstanding of a theological concept in European churches and missiology”, International Review of Mission, Vol. 92 Issue 367, 2003, 482.
  5. John F. Hoffmeyer, “The Missional Trinity”, A Journal of Theology, Vol. 40 Issue 2, Junio, 2001, 108.
  6. Steven Bevans y Roger Schroeder. Constants in context: a theology for mission today (Maryknoll: Orbis Books, 2004), 290.
  7. Tormod Englesviken, “Missio Dei: The understanding and misunderstanding of a theological concept in European churches and missiology”, International Review of Mission, Vol. 92 Issue 367, 2003, 482.
  8. René Padilla. ¿Qué es la misión integral? (Buenos Aires, Argentina: Ediciones Kairós, 2006), 57.
  9. David J. Bosch. Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission. New York: Orbis Books. 1991. 390
  10. Ibid., 489.
  11. Wilhem Richebacher, “Missio Dei: the Basis of Mission Theology or a Wrong Path”, International Review of Mission, Vol. 92, Issue 367, 2003, 594.
  12. Ibid., 593.
  13. David J. Bosch. Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission. New York: Orbis Books. 1991. 391.
  14. Esta postura es fruto de mi participación en diversas consultas misionológicas facilitadas por la Alianza Global Wycliffe en países como Turquía, Kenia, México y Costa Rica entre 2013 y 2015.
  15. Corrie, J. Accad. Trinity. en: Corrie, J. ed. Dictionary of Mission Theology (Inter Varsity Press, Leicester, 2007), 396-401.
  16. Perichoresis (o interpenetración) es un término en la teología cristiana que se encuentra en la literatura patrística y de nuevo en uso entre los exponentes como C. Baxter Kruger, Jurgen Moltmann, Miroslav Volf y John Zizioulas, entre otros. El término aparece por primera vez en Gregorio Nacianceno, pero fue explorado más ampliamente en la obra de Juan de Damasco. Se refiere a la interpenetración mutua y la coexistencia de las tres personas de la Trinidad. La relación entre las personas en la Trinidad se intensifica por la relación perichoresis. Esto expresa la convivencia y realiza la hermandad entre el Padre y el Hijo. Una forma de intimidad con Jesús compara la singularidad de esta convivencia a la singularidad de la comunión de su Iglesia: "para que todos sean uno, y que, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también están en nosotros; para que el mundo crea que tú me has enviado. "(Juan 17:21). La tradición teológica ha interpretado esta convivencia como comunidad.
  17. Miroslav Volf. After Our Likeness: The Church as the Image of the Trinity. (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), 206.
  18. Declaración emanada de la consulta misionológica de Traductores de la Biblia Wycliffe Internacional en el 2008.
  19. Ibid. 488.
  20. Lesslie Newbigin. The Open Secret: An Introduction to the Theology of Mission. (London, SPCK, 1995), 76.
  21. Christopher Wright. The mission of God: unlocking the Bible’s grand narratives (Downers Grove: IVP Academic, 2006), 22.
  22. David Bosh. Misión En Transformación: Cambios de paradigma en la teología de la misión (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2000), 10.
  23. K. Kim. Joining with the Spirit: connecting world church and local mission (Londres: Epworth, 2009), 29
  24. Christopher Wright. The mission of God: unlocking the Bible’s grand narratives (Downers Grove: IVP Academic, 2006), 67.
  25. Pablo Deiros. Diccionario Hispano-Americano de la misión (Casilla, Argentina: COMIBAM Internacional, 1997).
  26. Steven Bevans y Roger Schroeder. Constants in context: a theology for mission today (Maryknoll: Orbis Books, 2004), 285.
  27. Ibid., 286.
  28. David J. Bosch. Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission. New York: Orbis Books. 1991. 391.
  29. Christopher Wright. The mission of God: unlocking the Bible’s grand narratives (Downers Grove: IVP Academic, 2006), 25.
  30. Ibid., 197.
  31. Ibid., 197-203
  32. Micah Challenge Philipines. Readings on integral mission (Manila, Philipines: MCP, 2015), 20.
  33. Ibid., 82.
  34. Ron Boehme. La cuarta ola: ocupe su lugar en la nueva era de la misión (Seatle, WA: Editorial JUCUM, 2013), 131.
  35. Ibid., 132
  36. Lesslie Newbigin advierte: “Existe un peligro en una clase de pensamiento que fundamenta toda la tarea misionera únicamente en la doctrina de la persona y la obra de Cristo…” (1964: 77).
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