LA AFIRMACIÓN DE IGUASSÚ

Global Consultation on Evangelical Missiology

Octubre 10-15, 1999
Iguassu, Paraña, BRAZIL

PREÁMBULO:

Nos hemos dado cita 160 misioneros de campo, misionólogos y líderes eclesiásticos, de 53 países, bajo el auspicio de la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial (AEM) en Foz do Iguassú, Brasil, del 10 al 15 de octubre, 1999 para:

  1. Reflexionar juntos sobre los desafíos y las oportunidades que encaran las misiones mundiales en el amanecer del nuevo milenio;
  2. Revisar las diferentes corrientes de la misionología y práctica evangélica del siglo XX, especialmente desde el Congreso de Lausana, 1974;
  3. Seguir desarrollando y aplicando una misionología bíblica relevante que refleje la diversidad cultural del pueblo de Dios.

Proclamamos al Cristo viviente en un mundo desgarrado por los conflictos étnicos, la masiva disparidad económica, los desastres naturales y la crisis ecológica. La tarea misionera es asistida y al mismo tiempo obstaculizada por los desarrollos tecnológicos que ahora alcanzan los rincones más remotos de la tierra. Las diversas aspiraciones religiosas de los pueblos, expresadas en las múltiples religiones, y la experimentación espiritual, desafían la verdad fundamental del Evangelio.

En el siglo XX, la misionología fue testigo de desarrollos sin precedentes. En los años recientes, la reflexión de muchas partes de la iglesia ha ayudado a las misiones a seguir despojándose de sus tendencias paternalistas. Hoy en día, continuamos explorando la relación entre el Evangelio y la cultura, entre el evangelismo y la responsabilidad social y entre los mandatos bíblicos y las ciencias sociales. Vemos a algunas organizaciones internacionales--dentro de ellas, La Alianza Evangélica Mundial, el Comité Lausana para la Evangelización Mundial, y el Movimiento de AD 2000 y Mas Allá-- que han empezado un proceso prometedor de cooperación estratégica y unidad.

Los crecientes esfuerzos de cooperación han sido catalizados por un énfasis en las metodologías que involucran objetivos mensurables y el crecimiento numérico. Fluyendo de un compromiso a la evangelización urgente estas metodologías han mostrado como puede ser realizada nuestra tarea. Sin embargo estos conceptos deben ser sometidos a los principios bíblicos y al crecimiento a la imagen de Cristo.

Nos regocijamos en las diversas voces misionológicas que están emergiendo de todas partes del mundo, pero confesamos que no les hemos tomado en cuenta en nuestra teoría ni en nuestra práctica. Los viejos paradigmas todavía prevalecen. El reconocimiento y la participación de la iglesia global, así como la misión de pueblos de todas las naciones a pueblos de todas las naciones, son necesarios para una misionología válida para nuestra época.

Nuestros debates nos han invitado a una mayor dependencia de la poderosa presencia del Espíritu en nuestras vidas y ministerios mientras esperamos ansiosamente el glorioso retorno de nuestro Señor Jesucristo.


A la luz de estas realidades, hacemos las siguientes declaraciones:

DECLARACIONES:

Nuestra fe descansa en la autoridad absoluta de las Escrituras inspiradas por Dios. Somos herederos de las grandes confesiones cristianas entregadas a nosotros. Todas las personas de la Trinidad están activas en la misión redentora de Dios. Nuestra misionología se centra en el abarcador tema bíblico de la Creación del mundo por Dios, el amor redentor del Padre para la humanidad caída, revelado en la encarnación, la muerte substitutiva y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, para la redención y renovación de toda la creación. El Espíritu Santo, prometido por nuestro Señor, es nuestro consolador, maestro y fuente de poder. Es el Espíritu quien nos llama a la santidad e integridad. El Espíritu guía la iglesia a toda verdad. El Espíritu es el agente de la misión, convenciendo de pecado, de justicia y de juicio. Somos los siervos de Cristo, con el poder y guía del Espíritu, cuyo propósito es glorificar a Dios.

Confesamos los siguientes temas como verdades de especial importancia en esta época. Estos temas son atestiguados en toda la escritura y expresan el deseo de Dios de proveer salvación para todo el mundo.

  1. Jesucristo es el Señor de la Iglesia y el Señor del Universo.
    Ultimadamente toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. El Señorío de Cristo debe ser proclamado a todo el mundo, invitando a todos a ser libres de la esclavitud del pecado y del dominio del malvado para servir al Señor para Su gloria.

  2. El Señor Jesucristo es la única revelación de Dios y el único salvador del mundo.
    La salvación se encuentra solo en Cristo. Dios da testimonio de sí mismo en la creación y en la consciencia humana, pero estos testigos no son completos sin la revelación de Dios en Cristo. De cara a los diferentes reclamos que compiten con la verdad, proclamamos con humildad que Cristo es el único salvador, conscientes de que el pecado, así como los obstáculos culturales, a menudo lo ocultarán de aquello por quienes murió.

  3. Las buenas nuevas de la salvación, hechas posibles por la obra de Jesucristo deben ser expresadas en todos los idiomas y las culturas del mundo.
    Somos mandados a ser heraldos del Evangelio a toda criatura para que tengan la oportunidad a confesar su fe en Cristo. El mensaje debe llegarles en una lengua que ellos entiendan y en una forma que sea apropiada a sus circunstancias. Los creyentes, guiados por el Espíritu Santo, son alentados a crear formas de alabanza culturalmente apropiadas y a descubrir conceptos bíblicos que glorifiquen a Dios para el beneficio de toda la iglesia.

  4. El Evangelio es buenas nuevas y se dirige a todas las necesidades humanas.
    Enfatizamos la naturaleza integral del Evangelio de Jesucristo. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento demuestran la preocupación de Dios por la totalidad de la persona en la totalidad de la sociedad. Reconocemos que las bendiciones materiales vienen de Dios, pero la prosperidad no debe ser comparada con la santidad.

  5. La oposición a la extención del Evangelio es primordialmente un conflicto espiritual, que involucra el pecado humano y las potestades y poderes que se oponen al Dios viviente.
    Este conflicto se manifiesta en diferentes formas, por ejemplo, en el temor a los espíritus o en la indiferencia a Dios. Reconocemos que la defensa de la verdad del Evangelio también es guerra espiritual. Como testigos del Evangelio, anunciamos que Jesucristo tiene poder sobre toda potestad y puede liberar a todos los que se vuelvan a El en fe. Afirmamos que en la cruz Dios ganó la victoria.

  6. La persecución y el martirio son realidades presentes para muchos cristianos.
    Reconocemos que nuestra obediencia a la misión involucra el sufrimiento y reconocemos que la iglesia lo está experimentando. Afirmamos que es nuestro privilegio y responsabilidad orar por aquellos que están siendo perseguidos. Somos llamados a compartir en su dolor, a hacer lo que podamos para aliviar sus sufrimientos y a trabajar por los derechos humanos y la libertad religiosa.

  7. Los sistemas económicos y políticos afectan profundamente la extensión del Reino de Dios.
    El gobierno humano es nombrado por Dios, pero todas las instituciones humanas actúan en consecuencia con la caída. Las Escrituras mandan que todo Cristiano ore por los que están en autoridad y trabaje en pro de la verdad y la justicia. La respuesta cristiana apropiada a los sistemas económicos y políticos requiere la guía del Espíritu Santo.

  8. Dios obra por medio de una variedad de tradiciones y organizaciones cristianas, para su gloria y para la salvación del mundo.
    Por mucho tiempo los creyentes, divididos por cuestiones de organización, orden y doctrina eclesial -- tal como los dones y el ministerio del Espíritu Santo--no han reconocido el valor de la obra del otro. Afirmamos, bendecimos y oramos por el auténtico testimonio cristiano donde se encuentre.

  9. Para ser testigos efectivos de Dios Santo, debemos demostrar la santidad personal y corporativa, el amor y la justicia.
    Nos arrepentimos de la hipocresía y la conformidad al mundo, y llamamos a la iglesia a un renovado compromiso de vida santa. La santidad requiere alejarme del pecado, entrenamiento en justicia y crecimiento en ser como Cristo.


COMPROMISOS

Nos comprometemos a continuar y profundizar nuestra reflexión sobre los siguientes temas, ayudándonos unos a otros a enriquecer nuestro entendimiento y práctica, con las aportaciones de cada rincón del mundo. El deseo de nuestros corazones es el discipulado de las naciones por medio de la comunicación efectiva y fidedigna de Cristo a cada cultura y pueblo.

  1. El fundamento trinitario de la misión
    Nos comprometemos a un nuevo énfasis sobre la misionología centrada en Dios. Ello invita un nuevo estudio de la operación de la Trinidad en la redención de la raza humana y de toda la creación, tanto como a entender los roles particulares del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la misión a este mundo caído.

  2. La reflexión bíblica y teológica
    Confesamos que nuestra reflexión bíblica y teológica ha sido a veces superficial e inadecuada. También confesamos que frecuentemente hemos sido selectivos en nuestro uso de textos bíblicos en vez de ser fieles a toda la revelación bíblica. Nos comprometemos a ocuparnos en renovados estudios bíblicos y teológicos moldeados por la misión, y a perseguir una misionología y una práctica enmarcadas por la palabra de Dios, traídas a la vida y luz por el Espíritu Santo.

  3. Iglesia y Misión
    La iglesia en misión es central en el plan de Dios para el mundo. Nos comprometemos a fortalecer nuestra eclesiología en misión, y a alentar a la iglesia global a llegar a ser una comunidad verdaderamente misionera en la cual todos los cristianos participan en la misión. Enfrentando la resistencia y oposición creciente de los poderes políticos, el fundamentalismo religioso y el secularismo, nos comprometemos a alentar y a desafiar a las iglesias a responder con un nivel más profundo de unidad y participación en misión.

  4. Evangelio y cultura
    El evangelio siempre es presentado y recibido dentro de un contexto cultural. Por ello es necesario clarificar la relación entre el evangelio y la cultura en la teoría y la práctica, reconociendo que hay tanto bueno como malo en toda cultura. Nos comprometemos a seguir demostrando la relevancia del mensaje cristiano a todas las culturas, y asegurar que los misioneros aprendan a lidiar bíblicamente con la relación entre evangelio y cultura. Nos comprometemos al estudio serio de cómo las diferentes perspectivas culturales puedan enriquecer nuestro entendimiento del evangelio y cómo todas las cosmovisiones deben ser evaluadas y transformadas por el.

  5. El pluralismo
    El pluralismo religioso nos desafía a mantenernos firmes en la singularidad de Jesucristo como salvador, aun al estar trabajando por una mayor tolerancia y entendimiento entre comunidades religiosas. No podemos buscar la armonía relativizando los reclamos de verdad de las religiones. La urbanización y el cambio político radical han generado un aumento en la violencia y la hostilidad interreligiosa y étnica. Nos comprometemos a ser agentes de reconciliación. También nos comprometemos a proclamar el evangelio de Jesucristo con fidelidad y con amante humildad.

  6. El conflicto espiritual
    Recibimos con agrado la renovada atención dada al tema bíblico del conflicto espiritual en las recientes décadas. Nos regocijamos que el poder y la autoridad no son nuestros sino de Dios. Al mismo tiempo debemos asegurarnos que el interés en la guerra espiritual no se convierta en un substituto del trato con las raíces del pecado, la salvación, la conversión y la lucha por la verdad. Nos comprometemos a aumentar nuestro entendimiento y práctica bíblico del conflicto espiritual entre tanto aguardamos contra el sincretismo y los elementos no bíblicos.

  7. Estrategia en misión
    Estamos agradecidos por los muchos conceptos obtenidos de las ciencias sociales. Estamos preocupados porque estas sean sometidas a la autoridad de las escrituras. Por lo tanto llamamos a una sana evaluación de las teorías misioneras que dependan profundamente en conceptos de mercadeo y la misionología por objetivos.

  8. La misionología globalizada
    Es necesario que los conceptos generados de cada parte de la iglesia y los desafíos encontrados en cada lugar sean considerados. Solamente así nuestra misionología puede desarrollar la riqueza y la textura reflejada en las escrituras y necesaria para la obediencia completa a nuestro Señor resucitado. Nos comprometemos a dar voz a todos los segmentos de la iglesia global en el desarrollo y la implementación de nuestra misionología.

  9. El carácter santo
    La santidad bíblica es esencial para la credibilidad del testimonio cristiano. Nos comprometemos a un renovado énfasis en la vida de santidad y de servicio, y exhortamos a las instituciones de capacitación tanto misionero como ministerial a incluir un sustancial entrenamiento bíblico y práctico en la formación del carácter cristiano.

  10. La cruz y el sufrimiento
    Como nuestro Señor nos llamó a tomar nuestras cruces, recordamos a la iglesia la enseñanza de nuestro Señor que el sufrimiento es parte de la vida cristiana. En un mundo cada vez más violento e injusto, con opresión política y económica, nos comprometemos a capacitarnos y capacitar a otros para sufrir en el servicio misionero y a servir a la iglesia sufriente. Buscamos articular una teología bíblica de martirio.

  11. La responsabilidad cristiana y el orden global económico
    En un mundo cada vez mas controlado por fuerzas económicas globales, los cristianos necesitan estar conscientes de los efectos corrosivos de la riqueza y los efectos destructivos de la pobreza. Debemos estar conscientes del etnocentrismo en nuestro punto de vista frente a las fuerzas económicas. Nos comprometemos a considerar las realidades de la pobreza mundial y a oponernos a las políticas que sirvan a los que tienen poder en lugar de los que no lo tienen. Es responsabilidad de la iglesia en cada lugar afirmar el significado y el valor de un pueblo, especialmente donde las culturas autóctonas enfrenten la extinción. Llamamos a todos los cristianos a comprometerse a reflejar la preocupación por la justicia y el bienestar de todos los pueblos.

  12. Responsabilidad cristiana y la crisis ecológica
    La tierra es del Señor y el evangelio es buenas nuevas para toda la creación. Los cristianos comparten la responsabilidad dada por Dios a toda humanidad de cuidar por ella. Llamamos a todos los cristianos para comprometerse con una ecología integral, practicando una mayordomía responsable de la creación y animamos a aquellos cristianos en iniciativas de cuidado y protección del medio ambiente.

  13. Cooperación
    Como ciudadanos del reino de Dios y miembros del cuerpo de Cristo, nos comprometemos a renovados esfuerzos de cooperación, porque es el deseo de nuestro Señor que seamos uno y que trabajemos en armonía en su servicio para que el mundo crea. Reconocemos que nuestros intentos no han sido siempre como participantes iguales. La teología inadecuada, especialmente en lo que respecta a la doctrina de la iglesia, y el desequilibrio de recursos han hecho difícil el trabajo en conjunto. Nos comprometemos a encontrar formas para tratar este desequilibrio y demostrar al mundo que los creyentes en Cristo son verdaderamente uno en su servicio a Cristo.

  14. El cuidado pastoral
    El servicio del Señor en contextos transculturales expone al misionero a muchas tensiónes y críticas. Aunque reconocemos que los misioneros también comparten las limitaciones de nuestra humanidad común y han cometido errores, afirmamos que merecen amor, respeto y gratitud. Demasiadas veces agencias, iglesias y compañeros cristianos no han seguido las pautas bíblicas al tratar con obreros transculturales. Nos comprometemos a apoyar y nutrir a nuestros obreros misioneros por su bien y por el testimonio del evangelio.


PROMESA

Nosotros, los participantes del Consulta Misionológica de Iguassú, declaramos nuestra pasión como misioneros de campo, misionólogos y líderes eclesiásticas por la urgente evangelización de todo el mundo y el discipulado de las naciones para la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En todos nuestros compromisos dependemos en el Señor quien nos da poder por el Espíritu Santo para completar su misión. Como evangélicos, nos comprometemos a sostener nuestra herencia bíblica en este mundo que cambia constantemente. Nos comprometemos a participar activamente en la formulación y la práctica de la misionología evangélica. Habitados por el Espíritu, proponemos llevar las radicales buenas nuevas del reino de Dios a todo el mundo. Afirmamos nuestro compromiso de amarnos unos a otros y orar unos por otros mientras luchamos para hacer su voluntad.

Nos regocijamos en el privilegio de ser parte de la misión de Dios para proclamar el evangelio de reconciliación y esperanza. Alegremente anticipamos el retorno del Señor y apasionadamente anhelamos ver la realización de la visión escatológica cuando gente de cada nación, tribu y lengua alabará al Cordero.

Con este fin, que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean glorificados. ¡Aleluya!

Amén.